Cáncer

La lección de vida de Ana tras acompañar a su amiga con cáncer de mama: "No hay que decir que todo va a ir bien"

Ana y Sara, pacientes de cáncer
Sara y Ana, unidas por la experiencia de pasar por un cáncerCedida
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Cada año, más de 35.000 mujeres son diagnosticadas de cáncer de mama en España. No hay que mirar muy lejos para encontrar a alguien que ha pasado o está pasando por ello. Y cuando sucede, surge la duda: ¿cómo acompañar a alguien que enfrenta algo así?, ¿qué está bien decir y qué no?

Ana conoce bien esas respuestas. En 2008 le diagnosticaron leucemia y pasó por un trasplante de médula ósea. Desde entonces, es voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).

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Años después, en ese mismo entorno, conoció a Sara. "Le diagnosticaron cáncer de mama tras una revisión anual y acudió a pedir consejo. Más tarde también se hizo voluntaria. Empezamos a coincidir y surgió una amistad que continúa hasta hoy", cuenta Ana durante una entrevista con la web de Informativos Telecinco.

Qué decir (y qué no)

En ocasiones podemos no saber cómo acompañar a alguien con cáncer. Las palabras pesan, y a veces, la mejor forma de apoyar no es hablar, sino escuchar.

Ana lo sabe bien: haber pasado por la enfermedad le ayuda a ponerse en la piel de su amiga. Con el tiempo, Sara recayó. "He vivido su recaída con miedo a cómo lo afrontaría, porque los tratamientos son muy duros, física y emocionalmente. Y con incertidumbre, al ser una segunda vez", confiesa Ana.

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"La gente, con buena intención, te pregunta qué tal estás y te dice que todo va a salir bien. Pero no puedes decir eso, porque no sabes cómo va a salir. Es verdad que el cáncer se supera en muchas ocasiones, pero no hay que dar falsas esperanzas. A veces, por animar, se dicen cosas como 'a mí me fue bien' o 'tengo una amiga que lo pasó', pero si luego no es el caso, hay que enfrentarse a la realidad", explica. "No podemos decirles que sean fuertes cuando eso no está en sus manos".

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En una campaña reciente de la AECC, Sara compartió su propia reflexión: "Me di cuenta de que no siempre puedes estar fuerte. Cuando me diagnosticaron metástasis y me decían 'tú puedes', me sentía culpable si las cosas no iban bien. La enfermedad no está en nuestra mano, por mucho que tengamos una actitud positiva".

A veces, dice Sara, no hacen falta palabras: "Con que estén a mi lado, me escuchen o simplemente me pregunten qué necesito, es suficiente". "Tú ahora me ves con pelito, maquillada y sonriente, pero por dentro no estoy así. No se ve el esfuerzo que hacemos cada día solo para levantarnos", confiesa Sara.

Escuchar, respetar y estar ahí

El paso del tiempo ha enseñado a Ana que acompañar no es animar constantemente, sino comprender los altibajos, escucharlas, respetar sus silencios y no juzgarlas. "Hay que entender que viven muchos cambios de humor, que pueden tener ansiedad o días en los que no quieren levantarse de la cama ni ver a nadie. No hay que tomárselo como algo personal si un día no te cogen el teléfono o están más distantes. Forma parte del proceso y tienen todo el derecho a estar así".

"Se les dice que deben estar bien, que deben estar alegres, como si no pasara nada. Pero sí pasa. Y hay que respetar si un día solo quieren estar tiradas en el sofá llorando. La actitud ayuda, claro, pero no hace falta recordarlo todo el tiempo", añade Ana.

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El valor del acompañamiento

Aun así, Ana reconoce que no siempre es fácil encontrar el equilibrio: "Hay veces que no sabes si estás haciéndolo bien. Si preguntas mucho, temes agobiarla. Si pasas unos días sin hablar, piensas que quizá le siente mal. Siempre estás buscando el punto medio. Yo prefiero respetar su espacio y que sepa que, cuando me necesite, estoy ahí".

Ese vínculo, dice, también la ha transformado: "Estar a su lado, ver cómo afronta todo, me hace admirarla. A veces no sé de dónde saca la fuerza. Y eso te hace ver la vida de otra manera. Hay que vivirla, porque hoy estamos aquí y mañana no sabemos".