Mario, atleta sordociego, correrá los 438 kilómetros entre Valencia y Madrid para visibilizar su enfermedad: "Cuanto más corría, mejor me sentía"
Mario se enfrenta a este desafío para conseguir fondos para la investigación de la ceguera infantil
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ValenciaMario pasó de llevar una vida normal a quedarse ciego y sordo. Panadero de profesión, tenía su propio horno hasta que en 2014 comenzó a perder vista y tuvo que cerrarlo. Después de meses de pruebas médicas le diagnosticaron el síndrome de Usher a la edad de 38 años. "Es una enfermedad que es una combinación de una retinosis pigmentaria que afecta a la visión, con una sordera severo profunda", cuenta Mario Martínez.
Tras conocer el diagnóstico empezó a vender cupones en la ONCE, pero la enfermedad avanzaba y perdió también el oído, por lo que finalmente recibió la jubilación anticipada por gran invalidez.
Fue entonces cuando comenzó a correr como una vía de escape. "Cuanto más corría, mejor me sentía y me daba fuerzas para vivir con la sordoceguera", explica.
Así pasó a entrenar entre 6 y 8 horas diarias y a competir primero, en carreras populares, luego maratones hasta correr en pruebas de larga distancia. "Me gusta mucho porque me obliga a estar concentrado y son momentos que pasas contigo mismo", asegura.
Retos para visibilizar su enfermedad
El paso siguiente fue empezar a organizar retos para dar visibilidad a su enfermedad. Hace diez meses, Mario se propuso correr durante 24 horas en el estadio Joan Serrahima de Montjuic (Barcelona) para recaudar fondos para la investigación de su enfermedad. Y como todo lo que se ha ido proponiendo lo consiguió. "Hice 146 kilómetros sin ver y sin escuchar", cuenta orgulloso.
El pasado 17 de mayo, se enfretó a otra difícil prueba. Esta vez correr durante 12 horas seguidas en una cinta para demostrar que los límtes solo existen si los aceptas. En esta ocasión, los fondos recaudados se destinaron a la Federación de Asociaciones de Retinosis de España para apoyar la investigación, especialmente la infantil. "En esta ocasión corrí 116 kilómetros y descubrí que en la cinta no me mareo y no sufre los vértigos que obviamente me produce esta enfermedad porque me faltan dos sentidos", señala.
De Valencia a Madrid en siete jornadas
Fue precisamente en esta última prueba, durante el silencio de la carrera cuando se le ocurrió correr entre Valencia y Madrid. "En esos momentos de soledad y de esfuerzo, uno se encuentra más vulnerable, se te abre el corazón y me surgen nuevas ideas. Pensé porqué no llevar estos retos más allá y llegar a Madrid".
El objetivo es correr 438 kilómetros en siete jornadas. "Llevo entrenando mucho tiempo, empalmando un reto detrás de otro, y ahora estamos ya en la etapa final para afrontarlo", afirma.
Para realizarlo con éxito, cuenta con un equipo de diez personas, entre sus intérpretes para poder comunicarse, los guías de carrera y fisioterapueta. "Vamos a hacer entre 60 y 70 kilómetros diarios por vías verdes y caminos. Empezaremos en Burjassot y pasaremos por El Rebollar, Minglanilla, Alarcón, Villar de Cañas, Alarcón, Morata de Tajuña y Madrid. En cada uno de los pueblos contamos con el apoyo de los ayuntamientos", explica.
En la etapa final en Madrid, han organizado el día 30 de octubre, una social run que empezará en Madrid Río y acabará en el Puente del Rey. "Están invitados todos aquellos corredores que quieran unirse a nosotros en estos últimos kilómetros para dar mayor difusión a la enfermedad".
Los fondos recaudados se destinarán en esta ocasión a la Fundación de Lucha contra la Ceguera (Fundaluce) para investigar la ceguera infantil. "Quién quiera solidarizarse con esta causa solo tiene que enviar un Bizum al 09499 con la cantidad que desee", recuerda Mario.