Animales

Muere el delfín 'Manoliño', el cetáceo gallego que prefirió a los humanos

Los bañistas interactúan con Confi (llamado coloquialmente Manoliño) en una playa de Corcubión. CEMMA
  • Manoliño se hizo célebre por su comportamiento inusual y extraordinariamente sociable

  • El 4 de junio nadó junto a triatletas en la ría de Ferrol y jugó con bañistas: desde entonces, no se le volvió a ver

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FerrolLa Coordinadora para el Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA) cree que Manoliño, el delfín que en los últimos años se había convertido en toda una estrella de las costas gallegas, podría haber muerto en el muelle de Navantia Ferrol.

Aunque no lo han podido certificar al 100%, ven compatibles unas fotos de los restos de un animal en descomposición aparecidos el 20 de junio con el cuerpo de Manoliño o Confi, como también se le llamaba al ser descubierto en pleno confinamiento. Lo último que se registró de Manoliño fue el 4 de junio, cuando nadó junto a triatletas en la ría de Ferrol y jugó con bañistas. Desde entonces, no se le volvió a ver.

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El delfín más sociable de Galicia

Manoliño se hizo célebre por su comportamiento inusual y extraordinariamente sociable. Apareció por primera vez en 2019 en la ría de Noia y allí estuvo cinco años interactuando con submarinistas, bañistas, kayaks y embarcaciones. Su confianza con los humanos —aunque nunca se recomendaba tocarlo— despertó la admiración de la gente y la preocupación de los expertos, que advertían del riesgo para el propio animal. Y a finales de 2024, se afianzó en Ferrol, donde se dejaba ver por la dársena y por diferentes puntos de la ría.

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Un ejemplo memorable: en marzo, dos hermanos grabaron su encuentro mientras buceaban en apnea en la ría de Ferrol. “Una sombra curiosa y prudente... nos dejó sin aliento”, describió uno de ellos, reiterando que Manoliño se acercó en señal de curiosidad, no los buceadores a él.

Buscaba en los humanos la compañía que no tenía de su manada

Los científicos creen que Manoliño fue rechazado por su grupo y se quedó suelto y desorientado, lo que explicaría su instinto de acercarse a humanos en busca de interacción y compañía. Este tipo de comportamiento se ha visto en otros delfines tozudos que, por alguna razón (enfrentamientos, enfermedad, etc.), abandonan su manada.

Desde Cemma y otras entidades marinas se insistía en mantener una distancia prudente y no alimentarlo: lo mejor era ignorar al animal, por su seguridad y la de las personas. Aunque su comportamiento era fascinante y casi mágico, representaba un riesgo real, tanto por su propia salud como por posibles accidentes. Ahora, las aguas gallegas estarán vacías sin él.

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