Guerra Israel - Gaza

Evyatar David, el rehén obligado a cavar su propia tumba, reconoce qué llegó a pensar: "No me queda tiempo"

El duro regreso de los últimos 20 rehenes con vida liberados por Hamás: secuelas físicas y psicológicas difíciles de superar
Evyatar David fue obligado a cavar su propia tumba durante su cautiverio. Informativos Telecinco
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Los último 20 rehenes israelíes que aún permanecían con vida secuestrados por Hamás el 7 de octubre de 2023 están ya de vuelta en Israel junto a sus familias y asistidos sanitariamente para comprobar su estado de salud. Las primeras imágenes y testimonios no pueden oculta la alegría de su regreso, pero también las evidentes muestras de sufrimiento físico y psíquico tras 738 días de cruel cautiverio. Informan Sonia Losada y Laura Gallardo.

La falta de alimento y el maltrato han quedado reflejados en sus cuerpos. A los daños psicológicos de tantos días de encierro y cautiverio se suma la tortura de ser obligados en algunos casos a cavar su propia tumba.

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Sometidos a torturas

Los testimonios de los rehenes liberados describen condiciones extremas de privación, maltrato y degradación física y psicológica. Evyatar David y Rom Braslavski, dos de los rehenes liberados este lunes por Hamas cuentan que vivieron bajo amenazas constantes, hambre, falta de atención médica y confinamiento en espacios ínfimos que impidieron cualquier vida digna.

Evyatar David llegó a pensar que iba a ser enterrado porque fue obligado a cavar su propia tumba. Fue en ese momento cuando contempló la posibilidad de morir en cualquier momento. También pasó por episodios en los que tuvo el convencimiento de que "no le quedaba tiempo".

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Otro de los aspectos que más ha sorprendido ha sido el de la degradación física severa con la que han reaparecido. Rom Braslavski aseguró haber estado "al borde de la muerte”. El ha contado que sufrió insomnio, incapacidad para vivir con normalidad y un estado general de desesperanza y pérdida de identidad, donde a uno de los prisioneros lo llamaban "el prisionero 22", borrando su nombre y su historia personal.

Los rehenes mostraban una extrema delgadez, incapacidad para mantenerse en pie como consecuencia de una alimentación prácticamente nula: "ayer apenas comí un poco de arroz", lo que ha evidenciado la magnitud de la desnutrición por la privación de alimentos.

Según los relatos de estos supervivientes, las condiciones de encierro fueron especialmente inhumanas: detenidos en túneles extremadamente angostos —de aproximadamente 1 metro de ancho por 12 de largo y con menos de dos metros de altura— donde llegaron a convivir hasta cuatro personas, con prohibición de hablar y sin acceso a luz solar durante meses.

Estos espacios, además de insuficientes en ventilación e higiene, favorecieron el deterioro tanto físico como mental de los cautivos. Según han contado tras los primeros instantes, los liberados, sufrieron también privaciones básicas como la ausencia de agua, comida y medicamentos, lo que agravó enfermedades y el sufrimiento general.

Humillación para presionar a sus familias

Los relatos apuntan asimismo a episodios de maltrato físico y psicológico: palizas, humillaciones y exhibición pública del sufrimiento de los rehenes por parte de los milicianos de Hamás, prácticas que, según sus testimonios, incumplen toda convención de derechos humanos y fueron usadas como instrumento para torturar a las familias y presionar políticamente al gobierno israelí.

La exposición intencionada del sufrimiento, además de la violencia directa, dejó secuelas profundas; los liberados ahora afrontan la difícil reintegración y la necesidad de tratamiento psicológico y físico para recuperarse de traumas y daños prolongados.

Con el regreso de los rehenes que aún se mantenían con vida, queda la duda de la entrega de 28 cadáveres de otros secuestrados que permanecen en poder de Hamás. Y es que, lo visto hoy evidencia la magnitud del daño que queda subrayada por el número de fallecidos: más de 70 rehenes murieron durante el cautiverio, entre ellos bebés como Ariel Kfir, quienes no tuvieron la oportunidad de ser liberados y recuperados en estos dos años de cautiverio.