Crimen

Identifican, 34 años después, a la víctima del ‘crimen de Reyes’, una joven apuñalada y enterrada en cal viva en Langreo

Identifican, 34 años después, a la víctima del ‘crimen de Reyes’, una joven apuñalada y enterrada en cal viva en Langreo
Un agente de la Guardia Civil con el retrato robot de la víctima del 'crimen de Reyes' difundido en 1995. Europa Press
  • El homicidio tuvo lugar en 1991 y no fue hasta cuatro años más tarde cuando se denunció la desaparición de la víctima

  • Una persona fue detenida, pero los restos de la víctima permanecieron ocultos hasta 1995: ahora, en un giro de la investigación, se han identificado

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34 años después del conocido como ‘crimen de Reyes’, cometido en Langreo, Asturias, la Guardia Civil, en un inesperado vuelco a la investigación, ha conseguido identificar a la víctima, una joven de 24 años que era vecina de Avilés y fue apuñalada y enterrada en cal viva.

El homicidio, concretamente, tuvo lugar en 1991, no siendo hasta cuatro años más tarde cuando se denunció su desaparición.

De la denuncia por su desaparición a la investigación del ‘Crimen de Reyes’

Dicha denuncia fue interpuesta en 1995 por la madre de la desaparecida después de no saber nada de ella desde 1990, fecha desde la que la progenitora llevaba cuidando de su nieta.

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Las primeras gestiones que se realizaron en torno al caso no llevaron a ninguna línea de investigación para dar con el paradero de la joven, quedando registrada en los archivos policiales de personas desaparecidas, que son revisados regularmente cuando se aporta alguna pista o indicio nuevo que permitan la localización de las mismas.

Tal como ha explicado la Guardia Civil en una nota de prensa, en una de estas revisiones llevada a cabo en mayo del pasado año, y fruto de la evolución del análisis de nuevos métodos de identificación, los agentes contactaron con la familia para tomar muestras de ADN para aportar algún dato nuevo que permitiera cotejarlo con algún cadáver sin identificar o posteriores identificaciones.

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Además, posteriormente, en junio, los agentes volvieron a tomar una muestra de ADN a la hija de la desaparecida, ya que la abuela había fallecido; una prueba que resultaría crucial.

Identificada la víctima del ‘Crimen de Reyes’ 34 años después

Junto a la toma de esas muestras, paralelamente a dicho proceso los agentes llevaron a cabo gestiones y un estudio pormenorizado del caso, lo que les derivó a una noticia de un periódico regional en la que se relataba el homicidio de una mujer en Barros (Langreo), apuñalada y enterrada en cal viva, con identidad desconocida.

Dicho suceso fue bautizado y conocido como el 'crimen de Reyes', ocurrido el 6 de enero de 1991. Lo investigó la Policía Nacional de Langreo y se detuvo a una persona de dicha localidad cuando su pareja, tras una discusión, confesó los hechos a la Policía.

Al ser detenido por los agentes, este último manifestó que la noche en que sucedieron los hechos había recogido a la víctima cuando se encontraba haciendo autostop en Oviedo y que esta había intentado robarle. Ello provocó un forcejeo entre los dos, momento en que él la acuchilló. Seguidamente, la metió en el maletero y circuló hasta Barros, donde le contó lo sucedido a su pareja, comprobando entre ambos que la víctima había fallecido desangrada en el maletero. Ante la situación, y con la pareja asustada, decidieron enterrar su cuerpo en cal viva, permaneciendo oculto hasta octubre de 1995.

Ante el deterioro de los restos de la víctima encontrados, no fue posible su identificación, pero sí se pudo realizar un retrato robot que fue publicado en los medios de comunicación. Fruto de ellos, la Guardia Civil comenzó a atar cabos entre ambos hechos.

Según la nota de prensa de la Benemérita, el cotejo del retrato robot de la víctima del homicidio y una foto aportada por los familiares de la desaparecida tenían ciertas características que podían confirmar una correlación entre ambas.

De igual modo, la colaboración de los agentes de la Policía Nacional que participaron en la investigación del crimen, y el aporte de todo tipo de documentación existente, en sus archivos, permitieron dar con los restos existentes de la fallecida, que se hallaban en el Departamento de Biología del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, donde fueron remitidos en su día.

Debido a que la técnica de análisis de ADN realizada en el año 1995 y la que se realiza hoy en día es diferente, fue necesario un nuevo análisis de ADN de estos restos. De los nuevos análisis llevados a cabo por el Instituto de Toxicología y Ciencias Forense de Madrid, se determinó que los restos óseos hallados en 1995 se correspondían con los de la persona desaparecida.