Aventuras

Richard recorre los 1.141 kilómetros del Camino de Santiago desde Benidorm: "Es un trayecto para veteranos por la soledad"

Richard en Peña Trevinca, por donde entró a Galicia
Richard coronó la Peña Trevinca. @asiesrichard
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AlicanteHaciendo el Camino de Santigo desde Francia, Richard, un alicantino de 24 años, vio los primeros carteles del Camino del Sureste. Ahí empezó a preparar su siguiente proyecto, salir desde su casa, Benidorm y recorrerse gran parte de España hasta llegar a la plaza del Obradoiro. En total, 1.140 kilómetros. "Quería hacerlo como los peregrinos mediavales y así empecé", cuenta.

Este amante de la montaña, se preparó andando 10 kilómetros diarios durante dos semanas, pero lo que se encontró fue muy distinto. "No tiene nada que ver. Hasta que no vas con la mochila y no hay descanso en casa, no te das cuenta de la realidad".

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Antes de partir, también se organizó las etapas, divididas en 42 días de camino. Un recorrido que comenzó el 2 de octubre y a los pocos días de salir se dio cuenta de que el aspecto físico no iba a ser lo más duro. "Te cuesta más la primera semana hasta que te acostumbras. A partir de ahí, las piernas ya comienzan a ir por inercia, a pesar de que llevaba una mochila bastante pesada con 16 kilos. La espalda es lo que más ha sufrido", explica.

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Sin duda, lo más complicado de esta ruta es la soledad. "Hasta el día 20 no me encontré con los primeros peregrinos, aunque enseguida los perdí. Si bien es cierto, que te encuentras con los locales, pero al día siguiente ya no están. Eso supone muchas horas contigo y hay que aprender a aguantarse a uno mismo, eso es lo más difícil. Las personas que ya han hecho varios caminos dicen que este es para veteranos por el aspecto mental".

En el camino frances, Richard, explica que si tienes un bajón o te duelen las piernas siempre hay alguien para apoyarte o ayudarte, algo que no encuentras en las llanuras de Castilla.

Dormir a la aventura

Cada jornada, después de la caminata, llegaba una nueva aventura, encontrar un lugar donde dormir. "Cuando llegaba al pueblo de destino empezaba a preguntar por el albergue o un lugar donde descansar porque me parece más auténtico y además te obligas a hablar con la gente y puedes conocer gente maravillosa, que se queda charlando contigo y eso se agradece un montón", asegura.

El riesgo, sin embargo, es quedarse sin alojamiento. "Iba fuera de temporada. Un día utilicé la tienda de campaña que llevaba y otros dos dormí en la calle". Otro día, en El Toboso (Toledo) vivió una de las experiencias más gratas. "Fui al bar a preguntar, no había ningún albergue disponible, solo un hostal muy caro y no me venia bien, así que me fui. Un hombre me preguntó que dónde iba a dormir, le dije que plantaría el saco donde fuera y me dijo que me fuera a su casa, sin preguntarme más".

Una anécdota que refleja la amabilidad con la que se encontró Richard. "En cuanto nos empezamos a alejar de las ciudades te encuentras con personas muy hospitalarias, tienen un corazón muy grande. Una cosa que me ha enseñado este camino es apreciar más a la gente que hace bien, en lugar de la que hace mal".

Camino y montaña

La gran pasión de Richard es la montaña y antes de entrar en Galicia se encontró con la oportunidad de coronar un pico. "En Puebla de Sanabria decidí al Parque Natural del Lago de Sanabria, porque me apetecía entrar a Galicia por el punto más alto y entré por la Peña Trevinca, una pasada, aunque fue muy duro".

A partir de ahí, con casi mil kilómetros en el cuerpo, afrontó las últimas etapas hasta que llegó a Santiago el 11 de noviembre. "Llevaba unos 33 kilómetros andando, me encontraba bien y decidí hacer los 16 kilómetros que me faltaban. Llegué sobre las ocho, todo oscuro, lloviendo y con la plaza del Obradoiro prácticamente para mí solo. Fue una llegada acorde al camino, yo conmigo. Lo normal es llegar por la mañana, celebrarlo con la gente, recoger la compostelana, pero nada que ver", recuerda.

Un momento en el que se mezclaron numerosos sentimientos. "Sabes que ha terminado y el hecho de ir día a día descubriendo pueblos a mí me gusta mucho. Fue algo triste, pero a la vez satisfactorio, después de 41 días de viaje y piensa, lo que acabo de hacer. Es maravilloso", asegura.

Sorpresa a su madre y nuevo proyecto

Terminar el recorrido un día antes de lo previsto, le permitió volver a casa para darle una sorpesa a su madre el día de su cumpleaños. "Mi madre pensaba que yo estaba llegando a Santiago y entré en casa y fue superemotivo".

Tras descansar unos días, Richard ya tiene en mente continuar con su gran proyecto. "Lo mío es la montaña y estoy tratando de subir los picos más altos de cada Comunidad Autónoma. Por eso me desvié para subir Peña Trevinca. Me quedan 11".

El siguiente será el Pico de San Lorenzo, en La Rioja.