Los estilos de aprendizaje pueden ayudar a comprender cómo un niño puede procesar mejor la información, aunque no se deben convertir en etiquetas rígidas
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MadridCada niño es un mundo. Unos se concentran haciendo esquemas llenos de colores, otros memorizan con facilidad escuchando una explicación en voz alta y otros que no entienden nada hasta que lo experimenta con sus propias manos. Estos comportamientos pueden hacer que los padres se pregunten si sus hijos tienen un estilo de aprendizaje específico.
La idea de que existen perfiles distintos como el visual, auditivo o kinestésico, se ha popularizado en colegios, academias y hasta en redes sociales educativas. Muchos padres buscan identificar “qué tipo de aprendiz” es su hijo para poder adaptar sus métodos de estudio y mejorar sus resultados escolares. Pero, los expertos en neuroeducación advierten que este concepto, aunque es útil como herramienta de observación, no es tan rígido como se suele pensar.
Los estudios científicos más recientes apuntan que, si bien los niños pueden mostrar preferencias claras a la hora de aprender, no hay evidencias concluyentes de que enseñarles solo según su estilo preferido mejore su rendimiento. Lo que sí parece claro es que los alumnos aprenden mejor cuando se les expone a distintos estímulos como leer, escuchar o practicar. De todos modos, conocer las inclinaciones de cada niño puede ayudar a motivarlo, despertar su interés y enriquecer sus experiencias educativas.
Qué son los estilos de aprendizaje
Los estilos de aprendizaje se refieren a las preferencias individuales a la hora de recibir y procesar información. El modelo más popular, desarrollado en los años 70 por Neil Flemin es el VAK (Visual, Auditivo, Kinestésico):
- Visual: los estudiantes recuerdan mejor con gráficos, esquemas, imágenes y colores.
- Auditivo: retienen información escuchando, ya sea en explicaciones orales, debates o grabaciones.
- Kinestésico: aprenden haciendo, manipulando objetos, moviéndose o participando en experiencias prácticas.
A partir de ahí, se han desarrollado otras clasificaciones más amplias donde se añade la categoría “lectura/escritura”, pero la idea central es la misma, que cada persona tiene una manera preferente de aprender.
Cómo identificar el estilo de aprendizaje de tu hijo
Aunque no existe una prueba infalible que pueda determinar de manera definitiva el estilo de aprendizaje de cada niño, sí que hay señales cotidianas que los padres y docentes pueden identificar. Lo importante es hacerlo con calma y sin encasillar: se trata de detectar tendencias, no de imponer etiquetas.
Observar cómo procesa la información nueva
Los niños con preferencia visual suelen decir “lo recuerdo porque lo vi escrito”, y se ayudan de dibujos, esquemas o colores. Los auditivos, sin embargo, pueden repetir literalmente lo que escucharon y disfrutan de canciones, de historias o explicaciones orales. Por último, los kinestésicos necesitan “hacer” para comprender: tocar, moverse, experimentar, dramatizar…
Mirar sus hábitos de estudio
Cada estilo de aprendizaje va a necesitar una manera distinta de estudiar. Por ejemplo, un niño visual va a tender a utilizar post-its, subrayadores y gráficos. Por otro lado, el auditivo suele repetir la lección en voz alta, pidiendo que se lo lean o le gusta explicar lo que sabe a otros. El kinestésico prefiere bloques cortos de estudio, hace pausas frecuentes y utiliza gestos o materiales manipulativos.
Prestar atención a sus juegos y actividades favoritas
Las actividades que más les gustan pueden ser un indicativo del tipo de aprendizaje que prefieren. Por un lado, el visual disfrutará con rompecabezas, dibujar o mirar vídeos. Los auditivos se sienten atraídos por cuentos, podcasts o juegos de adivinanzas verbales. Los kinestésicos prefieren deportes, construcciones, experimentos caseros o juegos de rol.
Preguntar a sus profesores
Los profesores suelen tener una perspectiva muy valiosa de los niños, ven cómo se desenvuelven los niños en grupo, en tareas escritas, orales y prácticas, y estas observaciones pueden ayudar a confirmar ciertos patrones.
Hay que recordar que no hay que pretender que un niño sea 100% algo, sino descubrir qué tipo de aprendizaje le motiva más y qué combinación puede ayudarle.
Estrategias según cada estilo
Conocer el estilo de aprendizaje que predomina en un niño no quiere decir que se le limite, sino que se puede aprovechar esa preferencia para motivarle y enriquecer su manera de estudiar. En el caso de los estudiantes visuales, los recursos gráficos suelen ser su grandes aliados: mapas conceptuales, diagramas, esquemas o incluso simples subrayados de colores que les ayuden a organizar y retener la información en su mente. También puede ser muy útil para ellos animarles a crear sus propios materiales visuales, como líneas del tiempo o ilustraciones que representen sus conceptos clave.
Los niños con tendencia auditiva se benefician de todo lo que implique escuchar y repetir. Leer en voz alta, grabar explicaciones para escucharlas después o aprender mediante canciones y rimas son estrategias muy efectivas. Suelen reforzar su comprensión cuando se lo explican a otra persona, por lo que pedirles que cuenten lo estudiado puede ser una manera muy poderosa de consolidar conocimientos.
En cuanto a los estudiantes kinestésicos, aprenden mucho mejor cuando se involucran de manera activa en el proceso. Les funcionan especialmente bien las dramatizaciones, los experimentos prácticos o el uso de materiales manipulativos, como fichas, plastilina o bloques de construcción. Dividir sus tareas en periodos cortos con pausas para moverse también resulta clave para mantener su concentración y motivación.
Lo más importante es no intentar encasillar a los niños en un estilo único, sino combinar diferentes estrategias para que puedan experimentar distintas formas de aprender. De esta forma, se potencia su motivación inicial, se refuerza su comprensión y, a la vez, se puede desarrollar una flexibilidad que les va a ser útil a lo largo de toda su vida académica.

