Los amigos no siempre son para siempre: "Cerrar una amistad no tiene por qué implicar una ruptura abrupta"
Dejar de hablar o enfadarte con un amigo puede ser igual de doloroso que dejar a una pareja pero, ¿se gestiona igual?
Javier Quintero, experto en felicidad, y su plan para ser feliz en 21 días: "Asociarla al placer es un error"
Si nos remontamos a nuestra infancia, es fácil recordar a aquella amiga tan especial o a nuestra mejor amiga con la que compartimos nuestros primeros secretos, las primeras risas y los primeros amores. Si hemos tenido suerte, quizá nos acompañe en la edad adulta y sea un auténtico tesoro, pero si no, seguramente, llevemos en nuestra mochila el recuerdo de aquella amistad que pudo haber sido pero que no fue. Romper una relación con una amiga o amigo al que queríamos mucho es igual de doloroso que terminar una relación de pareja, lo que ocurre es que apenas se habla de ello.
"Desde el punto de vista neurobiológico y emocional, no existe una diferencia sustancial entre la ruptura con una pareja y la de una amistad cercana. Ambas implican un proceso de duelo, ya que se pierde una figura significativa con la que se compartían momentos, intimidad emocional y apoyo. La intensidad del dolor no depende del tipo de vínculo, sino del grado de implicación emocional, la duración de la relación y el rol que esa persona ocupaba en nuestra vida. De hecho, algunas amistades pueden haber sido más estables y profundas que muchas relaciones de pareja". Quien habla es Yoli Gimeno, una de las psicólogas expertas de la plataforma Somos Estupendas, especializada, entre otras cosas, en relaciones de dependencia desde que abrieran consulta en 2020.
Como sabemos, las relaciones de amistad son importantísimas en la vida de cualquier persona, ya que cumplen funciones cruciales en nuestra salud mental, emocional e incluso física. Estudios sobre neurociencia interpersonal, como los desarrollados por Ruth Feldman, describen cómo las relaciones afectivas generan sincronía bioconductual, es decir, una coordinación entre los estados emocionales, conductas y respuestas fisiológicas de las personas implicadas.
"Cuando perdemos a una amiga o amigo, nuestro cuerpo y mente deben reorganizarse ante la ausencia de esa sincronía. Por eso, la ruptura de una amistad también activa circuitos cerebrales relacionados con el dolor social, similares a los del dolor físico", apunta la psicóloga. Es importante tenerlo en cuenta, porque cuando una relación de amistad termina hay que hacer un proceso de duelo. La forma en que lo hagamos -que debería ser lo más sana posible- dependerá en qué tipo de vínculos establezcamos posteriormente.
"Cerrar una amistad no siempre implica confrontación ni ruptura abrupta"
Decirle adiós de forma saludable a una amistad
El cine, la literatura y las series han alimentado la idea de que debemos tener una amiga para toda la vida, y existe mucha frustración cuando eso no sucede. Por ejemplo, ¿quién no envidia la relación que mantiene Carrie Bradshaw con Miranda, Charlotte o Samantha en 'Sexo en Nueva York' o la de la pandilla de 'Friends'? Lo que ocurre es que la amistad no es tan sencilla ni tan idílica. Tal y como indica la psicóloga de Somos Estupendas, lo mejor es no centrarse solo en un amigo o amiga, sino crear vínculos distintos y una red diversa donde haya reciprocidad, apoyo mutuo, libertad y seguridad.
"La idea de que una amistad verdadera “es para siempre” está muy presente en el imaginario colectivo, pero no siempre se ajusta a la realidad. Las personas cambian, evolucionan, y con ellas, también lo hacen los vínculos. En muchos casos, forzar la permanencia de una amistad que ya no se sostiene puede generar más daño que cierre. Aceptar que algunas amistades tienen un ciclo vital limitado puede ser parte del crecimiento emocional", añade. Esto refuerza la idea de que a veces hay que decirle adiós a un amigo o amiga, pero ¿se puede hacer de forma sana? La respuesta es sí.
"Cerrar una amistad no siempre implica confrontación ni ruptura abrupta. Puede hacerse desde el reconocimiento de que ambas personas han cambiado y que sus caminos ya no se alinean. El respeto, la gratitud por lo compartido y la honestidad emocional son claves para despedirse de manera madura. En algunos casos, se trata de permitir que el vínculo se transforme o se diluya sin resentimientos, aunque también puede requerir una conversación explícita para lograr un cierre real".
"Una amistad deja de ser sana cuando se vuelve desequilibrada, desgastante o nos hace sentir culpables, inferiores o temerosas de ser una misma"
Amistades tóxicas: cuándo poner límites
¿Alguna vez has tenido alguna amiga o amigo que sentías que no estaba mirando por ti? En ocasiones, como ocurre con las parejas, las relaciones de amistad son tóxicas. ¿Cuándo deberíamos estar alerta? Así lo explica Yoli Gimeno: "Una amistad deja de ser sana cuando se vuelve desequilibrada, desgastante o nos hace sentir culpables, inferiores o temerosas de ser una misma. Algunas señales de alarma incluyen: manipulación emocional, críticas constantes, falta de reciprocidad, control excesivo o invisibilización de nuestras necesidades. Si al compartir con una persona sistemáticamente sentimos malestar, es momento de revisar ese vínculo".
Si te encuentras en una situación similar que te está haciendo daño, ha llegado el momento de marcar límites. Eso no significa que debas romper esa amistad, pero sí ver qué está pasando y mejorar la comunicación. "Expresar lo que necesitamos, proteger nuestro tiempo, espacio y bienestar emocional son formas de sostener relaciones más sanas y duraderas. Si el vínculo no puede sostenerse con límites claros y respetuosos, puede que el ciclo haya terminado. No todos los vínculos tienen que durar para siempre para haber sido valiosos", sugiere.