Cáncer

El duelo de Uxue Razquin o cómo decirle adiós a una madre: "A veces prefería pensar que no existía porque su recuerdo era doloroso"

Uxue Razquin, escritora.
Uxue Razquin, escritora. Uxue Razquin
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¿Cómo se le dice adiós a una madre? Nadie está preparado para despedirse de ellas, mucho menos cuando es de forma inesperada. La historia de Uxue Razquin, periodista y escritora pamplonesa, es un ejemplo de las dolorosas secuelas y vacíos que deja una enfermedad como el cáncer. Todo empezó un día, en 2014, cuando su mundo se desmoronó. Su madre, una mujer fuerte y enérgica, empezó a apagarse. Los dolores le hacían imposible su día a día, y esto hizo que sus hijas tuvieran que ayudarla a asearse y vestirse. Sin embargo, ella -conocedora de que algo no andaba bien- pedía intimidad en ciertos momentos.

"Nosotras estábamos con ella para ayudarla. En el momento en el que se le cae un poco el sujetador, vemos la herida. Eso fue lo más impactante. Mi hermana empezó a llorar, y yo empecé a marearme. No tenía buena pinta. Atamos cabos, y nos damos cuenta de que ella algo sabía cuando la vemos a llorar. Una de las cosas más difíciles no solo es encarar el cáncer, sino en un momento dado, al menos, al principio, que lo hubiera ocultado. Pero tiene una explicación muy lógica, que es el sacrificio de las madres, en general", explica la autora de 'Cómo se le dice adiós a una madre' (Pepitas, 2025) a Informativos Telecinco.

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Que en un primer momento nadie de la familia supiera qué estaba pasando fue algo que enfadó a Uxue. ¿Por qué su madre no le había explicado que estaba enferma? ¿Qué era lo que estaba pasando? "La relación era muy estrecha entre las dos, nos contábamos mucho. Fue muy fugaz, luego se disipó ese enfado porque necesitaba empezar a ponerle remedio. Tienes que empezar a ir al médico y se activa ese sentido de supervivencia. El enfado quedó en un segundo plano". Su teoría nunca se confirmó, pero como explica en esta bella carta de despedida a su madre, ella cree que no contó nada para no molestar. A pesar de todo, la enfermedad fue implacable y en poco tiempo no tuvo más remedio que compartirlo.

"Al principio nos cayó como una sentencia: solo le daban seis meses de vida. Era un cáncer mama con metástasis ósea. Gracias a la labor médica y al tratamiento pudo recuperarse de ese primer tumor. Nos fuimos de vacaciones, pero siempre sentíamos esa incertidumbre". Su enfermedad fue detectada en 2014, y su madre estuvo luchando contra ella hasta 2017, cuando apareció un segundo tumor y ya no pudo más.

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La despedida

La despedida, como señala la escritora, no fue de un día para otro, sino que se inicio mucho antes de que su madre muriera. Ella, que siempre había echado mano a la escritura, empezó a ponerle palabras a todo lo que estaba viviendo. Era como una terapia. Paralelamente, sintió la necesidad de poderlo hablar con amigas y familia, pero también con una psicóloga. "Me di cuenta enseguida, en cuanto supimos que tenía cáncer, que yo iba a necesitar una ayuda externa, aparte de lo que decimos siempre, del apoyo familiar y de amigos. No tenía herramientas ni siquiera para afrontar una enfermedad como el cáncer, que tiene tanto eco, me daba mucho miedo. Necesitaba entenderlo todo, incluso científicamente. Lo mejor que he hecho es tener ayuda profesional, y también he tenido espacios para poder hablar. Siempre digo que tengo un grupo de amigas increíble que me han dado pie a desahogarme".

Su madre empezó a deteriorarse en la última semana de vida, y ahí fue cuando Uxue notó que todo se precipitaba. "Físicamente yo vi un bajón muy fuerte y mentalmente mucho más la última semana, porque si hay algo que caracterizaba a mi madre era que era muy inteligente y que hablaba muy bien. En esos días perdió la capacidad del lenguaje, que solo se activaba con los delirios de la noche. Yo creo que es cuando más me di cuenta de que era inminente".

También a su madre le dio tiempo de despedirse. En sus últimas horas de lucidez, las palabras fueron claras, ella quería saber si había estado a la altura como madre. "¿Lo he hecho bien?", dijo. "Le preocupaba que lo hubiera hecho bien y que nosotros estuviéramos agradecidos en ese sentido. Para mí fue una madre 10, la mejor", subraya Uxue Razquin en una entrevista a la web de Informativos Telecinco. Su madre falleció de madrugada, y cuando le llegó el turno de despedirse, lo que más le impactó es ya nunca más le contestaría. Ahí empezó el duelo por la pérdida.

El duelo por la pérdida de una madre

Una de las claves del libro, por las que seguramente ha conseguido llegar en poco tiempo a a la segunda edición, no es solo cómo está escrito -de forma amena y breve- sino que también permite reconocer las fases de un duelo por la muerte de un ser querido y empatizar con la protagonista, sentir su dolor. "La carta es una vivencia mía, pero es universal. Me alegro de estar acompañando en el duelo a muchas personas, no solo a las que han perdido a una madre".

Y en ese duelo, cabe la incredulidad, cuando Uxue piensa que su madre aparecerá en cualquier calle de nuevo, que podrá hablar con ella antes de irse a dormir; también pasa por la rabia, por la negación, por esos momentos en los que no logra recordar a su madre, ni puede llorarla porque ya no le salen las lágrimas. "Yo quería que en el libro apareciera todo el proceso, y ahora cuando leo algunas partes pienso "menos mal que ya no estoy ahí". Hay uno especialmente duro, que la gente se sorprendió mucho al leerlo, que es cuando digo que los mejores momentos eran los que no recordaba haber tenido madre, pero es que a veces prefería pensar que no tenía madre porque su recuerdo era muy doloroso. Era importante que aparecieran esos momentos, he intentado no censurar mis pensamientos".

Tras pasar por todas esas fases y permitirse vivirlas, Uxue consiguió publicar finalmente su carta de despedida, aunque no es tal, porque como ella dice, la invoca en cada línea. A la pregunta a la que hace referencia el título, no tiene respuesta, pues nunca se le puede decir adiós a alguien que quieres. Sino que hay que encontrar esos espacios para poderles recordar, sin que duela tanto. "Los procesos de duelo también te llevan a recolocar con la experiencia, lo que has vivido con ella, el recuerdo, y que cada vez duela menos. La carta, en realidad, es una excusa para hablar de ella, para hablar, evidentemente, de la enfermedad y de la muerte, pero, sobre todo, para poder estar con ella otro rato más, aunque sea mediante la literatura". Cuando le preguntamos qué es aquello que echa más de menos, lo tiene claro: sus abrazos.