Este es el motivo por el que los décimos de Lotería de Navidad siempre tienen imágenes de obras de arte
Cada año, una obra de arte pone imagen a los décimos del sorteo especial de la Lotería de Navidad
¿Cuántos décimos hay por cada número en la Lotería de Navidad 2025?
El décimo de la Lotería de Navidad es un pequeño cuadro de museo que cabe en la cartera. No siempre fue así: durante buena parte del siglo XIX el billete llevaba solo el número, sin más adorno que la tipografía. Hoy, en cambio, es casi imposible pensar en la Lotería sin una escena de Natividad, un retablo o un fragmento de un cuadro clásico presidiendo el papel. ¿Por qué este maridaje tan cerrado entre suerte y arte religioso?
La respuesta mezcla historia, cultura, religión y también estrategia de imagen de marca: desde hace décadas, el Estado ha convertido el décimo en una tarjeta de visita del patrimonio español.
De números desnudos a cuadros de museo
El sorteo extraordinario de Navidad se celebra desde 1812 y, en aquella época, las papeletas solo llevaban impreso el número. A partir de 1897 empiezan a aparecer alegorías de la diosa Fortuna, cuernos de la abundancia o ruedas aladas, que son símbolos clásicos de la prosperidad y el progreso.
Hacia 1940, los billetes ya se comienzan a ilustrar con grabados y estampas diseñados en la Real Casa de la Moneda, en un proceso muy artesanal. En los años 50 llegan los primeros guiños a las piezas artísticas de nuestros museos, de tal manera que se eligen fragmentos de obras de Goya como La vendimia o Los muchachos cogiendo fruta, colgadas en el Museo del Prado.
El salto definitivo se produce en 1960. Ese año se decide que los décimos incluyan motivos vinculados a las tradiciones religiosas de la Navidad, y la primera estampa reproduce un fragmento de La adoración de los pastores de Murillo, conservado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Desde entonces, las obras de El Greco, Velázquez, Murillo o Goya se han ido sucediendo en los décimos de Navidad y del Niño, como explica el propio Museo del Prado al repasar esa colaboración: los billetes “se han decorado, tradicionalmente, con pinturas de los grandes maestros del Museo” y permiten descubrir “las costumbres, los intereses y la evolución de la sociedad española”.
Quién decide qué cuadro va en el décimo
Hoy la elección de la imagen no es casual, ni tampoco improvisada. El proceso que se sigue es siempre el mismo desde que empezaron a ponerse estas obras de arte en los décimos de la Lotería de Navidad.
Primero es turno de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado escoger la obra que ocupará el lugar central del décimo. Esta decisión se toma en estrecha colaboración con el Museo Nacional del Prado, que propone distintas piezas basándose en efemérides de artistas u obras. Los técnicos de SELAE valoran después la imagen “por composición de color, ajuste al tamaño del décimo y otros criterios técnicos” antes de tomar la decisión final.
En 2025, la imagen elegida es La Natividad de la Virgen, de Juan García de Miranda, también en el Prado.
Por qué son casi siempre escenas religiosas
¿Qué persigue el Estado imprimiendo una reproducción de un cuadro religioso en cada décimo? La intención de llevar medio siglo eligiendo este tipo de imagen no es otra que representar la visión más cristiana de las fiestas navideñas. Se trata de escenas que ilustran “la Navidad en la cultura y la tradición españolas”, centradas en el nacimiento de Jesús y los valores familiares, y convierten al décimo en una “herramienta de difusión cultural”.
El motivo para esta elección tiene una raíz histórica y cultural ya desde los primeros sorteos del siglo XIX, en los que la Lotería Nacional quiso vincular su imagen al patrimonio, la tradición y la cultura.
En la práctica, el décimo se ha convertido en una miniatura de museo en circulación masiva: millones de copias de un mismo cuadro clásico pasan por manos de todo el país. El propio Prado subraya que, a través de esos billetes, se puede seguir “la transformación de las artes gráficas” y de las costumbres españolas.
Historia, patrimonio y relato navideño se cruzan en ese rectángulo de papel que tantas veces se enmarca en la puerta de la cocina. Desde que Murillo inauguró la tradición en 1960, cada año el Estado elige qué obra se colará en los bolsillos, los bares de barrio y las oficinas. El número es la promesa de un posible Gordo; la imagen, la manera de recordar que la Lotería de Navidad quiere ser también un escaparate cultural.
Que toque o no el premio es una cuestión de probabilidad. Que el décimo lleve una obra de arte no es azar en absoluto: es una decisión deliberada para unir suerte, memoria colectiva y patrimonio en un mismo trozo de papel.