Sorteo de Navidad

Ni coches ni viajes: esto es en lo primero en lo que se suelen gastar el dinero los ganadores de la Lotería de Navidad

Resaca tras ganar el 'Gordo' de Navidad. Informativos Telecinco
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La estampa clásica del ganador del Gordo promete Ferraris, Maldivas y una jubilación anticipada. La realidad, vista con lupa estadística, es bastante menos cinematográfica: el gran premio se va, sobre todo, a poner la vida en orden antes de estrenar sueños nuevos.

Lo primero es entender de qué cifra hablamos. El Gordo reparte 400.000 euros por décimo, pero no todo llega al bolsillo: los primeros 40.000 euros están exentos y sobre el resto Hacienda aplica un gravamen del 20%. El resultado práctico es que el ganador se queda con unos 328.000 euros netos por décimo, una cantidad muy elevada… pero lejos de suponer una riqueza inagotable. 

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Tapar agujeros: la prioridad silenciosa

Cuando se pregunta a los españoles qué harían con un premio importante de la Lotería de Navidad, la respuesta mayoritaria es casi siempre la misma y tiene poco glamour: “pagar deudas o tapar agujeros”. Una encuesta ya en 2023 dejó claro que esta era la opción principal del premio, con un 51,4% de los participantes dispuestos a dedicar el dinero a saldar hipotecas, letras y otros compromisos financieros. El patrón se repite cuando las preguntas se actualizan. En un sondeo posterior, aunque cambian ciertos matices, la idea de “pagar deudas, tapar agujeros” sigue encabezando la lista y la eligen alrededor del 47,2% de los encuestados.  

Se trata de una opción que tiene su lógica, ya que una parte relevante de los premiados arrastra hipoteca a tipo variable, créditos al consumo o saldos de tarjetas con intereses muy por encima de la rentabilidad de cualquier depósito. No es extraño que la primera decisión no sea comprar nada nuevo, sino desactivar bombas de relojería financieras.

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Vivienda y colchón de seguridad, por delante de los caprichos

Tras el primer gesto de respiración, el de liquidar deudas o reducirlas de forma significativa, aparece un segundo destino recurrente: la vivienda. Las mismas encuestas citadas sobre la Lotería de Navidad dejan claro que un 30% de los españoles invertiría el premio del Gordo en comprarse una casa, hasta el punto de que “comprar vivienda” es la opción que más se crece año a año, aunque la alternativa de tapar agujeros sigue siendo la principal. 

La tercera vía sería la de aquellos que optan por “ahorrar y tener un colchón financiero”, casi un 10% por debajo en intención en las encuestas, y con varios años consecutivos de descenso. 

Apenas un 3,2% de los encuestados dice que se compraría un coche con el premio y solo un 4,1% declara que lo dedicaría a “otros gastos” genéricos, siendo estos porcentajes que llevan cayendo desde 2017. Por tanto, cada vez más, los lujos se relegan a un plano secundario, buscando cubrir primero las necesidades básicas.

Un trabajo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), basado en los microdatos del Panel de Hogares del Ministerio de Hacienda, confirma que el uso real del dinero va en esa línea: los premiados ingresan primero las cantidades en cuentas o depósitos ya existentes y, en los años posteriores, destinan el dinero sobre todo a vivienda habitual y a activos financieros como fondos de inversión, además de cancelar determinadas deudas. 

Del mito del Ferrari a la hoja de cálculo

¿Por qué tanta prudencia en un país que fantasea cada diciembre con “tirar la casa por la ventana”? Una de las razones es que estos premios no suponen ya poder disfrutar de una vida completa sin sobresaltos financieros. Al fin y al cabo, en la actualidad, con 328.000 euros netos no se alcanza, salvo casos muy concretos, la llamada “libertad financiera”. Tanto es así que incluso no son suficientes para comprar una vivienda en muchas zonas de España, aunque eso sea otro problema que merece ser tratado en profundidad. 

Además, también son notables los casos en los que los ganadores de un gran premio de lotería se dan a la gran vida, para poco después acabar con serios problemas financieros, por aquello de haber gastado sin demasiado tino tras recibir el premio. Tanto es así que se cifra en torno a un 70% de los agraciados se arruinan entre el primer y el tercer año si no gestionan bien ese dinero extraordinario. 

Con toda esta información como telón de fondo, queda claro que cada día es más común que el comportamiento mayoritario deje de ser sorprendente. Así, antes que descorchar la vida nueva a golpe de coche deportivo o viaje exótico, los ganadores tienden a hacer algo mucho menos fotogénico pero crucial: borrar números rojos, apuntalar su casa —literal y metafóricamente— y reservar un pequeño salvavidas para el futuro. Solo después, si queda margen, llegan las Maldivas.