Por qué se llama Gordo al primer premio de la Lotería de Navidad
Lotería de Navidad 2025, en directo: el Gordo y todos los premios del sorteo
Una de las posibles explicaciones hace referencia a un personajillo de un anuncio de lotería del Siglo XIX
En España todo el mundo sabe qué es El Gordo, pero muy pocos sabrían explicar de dónde sale exactamente ese nombre. El 22 de diciembre se habla del Gordo, se comenta dónde ha caído, se sueña con que un niño de San Ildefonso cante nuestro número… y, sin embargo, el término no aparece en ningún documento oficial de Loterías, ni figura como denominación jurídica del premio.
Detrás de ese apodo hay una mezcla de historia, personajes de dibujo, lenguaje coloquial y, finalmente, reconocimiento académico.
Aunque la historia de la lotería en España comienza en 1763, en tiempos de Carlos III, con la llamada Lotería Real, que estaba pensada para recaudar fondos para la hacienda, no sería hasta mucho más tarde que alguien hablase del “Gordo”. Esta denominación ni siquiera llegó con el gran sorteo de Navidad, que empezó a celebrarse en 1812, y tampoco hay registros de ello en 1892, cuando el sorteo de Navidad comenzó a denominarse oficialmente “Sorteo de Navidad”.
El enano afortunado: el personaje que encendió la mecha
Una de las explicaciones más citada sobre el origen del nombre apunta a un personaje de anuncio. En 1839 aparece en manuales y carteles de lotería un hombre bajito, rechoncho, vestido con chaleco, calzones, medias y sombrero cubiertos de números, apodado “El enano afortunado” o “El fanático de la lotería”.
Las ilustraciones lo muestran invitando a jugar, con versos que prometen “enseñar el sendero de la fortuna” a quien siga sus consejos. Su popularidad llegó a tal punto que en 1851 llegó a dar nombre a un periódico satírico titulado El Enano.
Con el tiempo, ese personaje, tan bajito como “grueso”, empezó a ser conocido en el habla popular simplemente como “El Gordo”. Y de ese apodo aplicado a la ilustración publicitaria se habría pasado, por metonimia, a llamar igual al premio principal del sorteo, el más deseado por todos.
¿No será simplemente “el premio más gordo”?
Existe, sin embargo, otra lectura más lingüística y menos “novelesca”: la idea de que el nombre nace en la calle para designar el premio más grande, el “premio gordo”, y que se populariza sobre todo a partir de mediados del siglo XX, cuando el sorteo se convierte en un fenómeno de masas.
Desde el punto de vista del idioma, esa explicación encaja bien con cómo funciona el español coloquial, ya que igual que se habla de un “sueldo gordo” o de un “bote gordo”, el gran premio de la lotería sería, sencillamente, el gordo. Los diccionarios han terminado registrando precisamente ese valor, y así, una de las acepciones de gordo como sustantivo es “lote o premio mayor de la lotería pública, y especialmente el correspondiente a la de Navidad”.
Es decir, aunque la figura del enano afortunado explica muy bien el imaginario visual y las primeras apariciones del personaje, la lógica popular de llamar “gordo” a lo más grande ha ayudado a fijar el término y a que hoy todo el mundo lo entienda sin necesidad de contexto.
Hoy, dos siglos después del primer sorteo de 1812, “El Gordo” funciona como algo más que un nombre propio: es un símbolo nacional de suerte compartida, de ilusión navideña y, de vez en cuando, de vuelco radical de la biografía de quien lo acierta. Detrás de ese apodo que parece tan obvio hay un pequeño personaje rechoncho, una larga historia de publicidad, guerra, hacienda exhausta y tradición popular, y un idioma que terminó fijando en una sola palabra lo que millones de personas llevan años soñando: que un día, al fin, les toque el Gordo.